viernes, 25 de enero de 2013

sin titulo


Despues de tanto tiempo me doy cuenta que te sigo culpando. Tu, tu, el que me lastimaste. La que me lastimo. El que no vio mi valor, la que me encontro dispensable.
Digo perdonarte pero tu recuerdo sigue siendo de dolor, un constante recuerdo a como falle al arte de ser amado.
Cargo una cruz sobre mi espalda diciendo "no fuiste suficiente", no mereces ese amor. Y entonces te odio, te odio por que en verdad quisiera que me hubieras amado.
El problema es que ya no se a quien perdonar, si a ti, si a el, si a ella, o si a mi. Tus caras se mezclan, una con la otra, repitiendo la misma historia que sin duda, yo me conte. Y sigo contando.
Eres tu quien me deshizo, soy yo quien te dio el arma. Soy yo quien lo pedi. Deshazme por favor, para poder esconderme en mi misma y abrazarme. Para poder decirme que la unica que sabe amar soy yo.
Y sin embargo, soy yo quien te busco. Yo quien penso que eras lo mejor de esta vida. Te vi con tu punal desde lejos y aun asi corri hacia ti, pensando que a mi no me lo enterrarias. Pero susurrando suavemente en tu oido "matame por favor".
Te tengo pegado a mis recuerdos, y sigo bebiendo de tu miel amarga. Tu has seguido tu camino sin voltear y yo uso tu sombra para esconderme del nuevo sol.
Busco por fuera ser amada, lo logro. No una vez, mas. Lo logro hasta no lograrlo y es ahi, donde una vez mas, encuentro mi hogar. Mi hogar de decirme "si, yo soy menos". Mi lugar de placentera soledad.
Y queda claro que ese tu, ese el, esa ella, soy yo. Yo misma decidiendo no amarme. Hice casting para representarme y te quedaste, logrando el papel con perfeccion.
Cuanto tiempo mas me dire que no soy suficiente? Cuanto tiempo mas te vere como superior? Sueno con el dia en el que no te odie por que no te necesito mas. Donde ya no necesite tu amor.
Sueno con el dia en que mi amor sea suficiente, sueno con el dia en donde me bane en el. En donde busque escusas para amarme mas y no donde este buscando bajo cualquier piedra el " no amor".
Poco a poco camino ahora en ese sueno, dejando ahora a uno nuevo darme amor. Poco a poco lo en verdad acepto y poco a poco lo amo yo. Por que al aceptar su amor, por lo mismo acepto, que yo soy digna de su/mi amor.
A veces caigo, si, y te recuerdo y por momentos no te puedo soltar. Pero hoy camino dejandote lejos. Esta historia esta lista para ser herencia, para pasar al cuerpo de alguien mas.
Esta historia la he cosechado durante anios y esta justo en el punto de madurar. Todos los detalles, pasaran a ella que la historia quiere gritar. Miren mi dolor! Esto pase y ahora vivo, con una fabula que contar.
De la nina que no quisieron, o que no se quiso, que pudo entonces con su mundo acabar.
Que ella cuente esa historia, y que yo, dentro de ella, SUELTE cada lagrima que queda, cada ganas de odiar, a esas personas que no me quisieron, y a la yo que no se deja amar.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El Comercial

Dicen que el trabajo del actor es buscar trabajo. Es audicionar y convencer de que eres el indicado para encarnar el papel. Un trabajo interminable, después de cada proyecto, empieza la búsqueda.
Así que cuando un actor consigue un papel es una celebración. La mía es ahora la filmación de un comercial en Los Ángeles. Llega el día y despierto como niña chiquita a la espera de Disneylandia.”¿Cuanto falta, cuanto falta?”.
Sólo me preocupa llegar a tiempo. Salgo de mi casa una hora antes siguiendo todas las instrucciones del indispensable GPS. La locación queda lejos, no hay tiempo que perder. Llego puntual peor no hay nadie, ni crew, ni luces, ni nada; sólo casas en silencio. Al marcar me dicen que estoy en el lugar equivocado. Me empieza a subir el calor a la cara, siento un hoyo en el estómago... estoy en la misma calle pero del otro lado de la ciudad, a una hora de Downtown, donde toda la producción me espera. Pienso “me van a correr”. Doy media vuelta y ruego a los dioses que no haya tráfico. Los dioses me fallan, cada vez que se para el tráfico siento que se me sale el corazón. Una hora después llego al set. Rápido me maquillan, me visten, con sonrisa tensa. Mi primer comercial en Los Ángeles y soy la actriz que llegó tarde, no me van a volver a contratar... me quiero morir.
Paso las siguientes 5 horas filmando las escenas, pero con la cámara sobre los otros actores, mi toma será la última. Cinco horas de sentir que no agrado, sabiendo que todo depende de cómo saldrá mi toma. Llega el momento, mi escena es cómica y todos me observan en silencio. La primera toma dura 5 minutos. Todos los ojos sobre mí. ¡CORTE! Y escucho el mejor sonido del mundo... carcajadas. Risa del director, el fotógrafo, el cliente que mira el monitor desde fuera. “¡Padrísimo, increible!”. Respiro.
Me felicitan. “Será un placer volver a trabajar contigo”. Me doy cuenta de que vivo en una eterna audición. El placer sólo duró 10 minutos. Debo de ser masoquista... porque me encanta.

El Éxito

Éxito, éxito. Creo que si hay algo que ahora todos buscamos es eso: el éxito. Es el fuego detrás de nuestra ambición y al mismo tiempo la joroba que llevamos sobre la espalda. Hay que ser existoso.
La presión es brutal, el sueño es enorme. Creo que no hay ninguna persona que se levante en la mañana y diga “yo quiero ser un fracasado”. Uff, fracaso. Una palabra aún más grande y pesada. Y, con eso en mente, hoy me pregunto ¿pero que %$&% es el éxito?
¿Ya lo tendré? ¿Lo tuve y se me fue? ¿Me lo comí de desayuno y ni cuenta me di? Estoy más bien empezando a creer que no existe, o mínimo no en las áreas donde uno lo cree encontrar. El primero, el más obvio: el trabajo. ¿Cuantas veces nos preguntan que en qué andamos o cómo estamos y lo primero con lo que contestamos es la lista de trabajo que tenemos? Mínimo, en la comunidad actoral uno inmediatamente desempolva el curriculum para comprobar que uno está o muy bien o muy mal. La cantidad de proyectos que he hecho son 100% equivalentes a cuánto sonrío durante el día. Cuando me preguntan cómo me va de actriz en Los Ángeles inmediatamente contesto que muy bien, ya estoy haciendo una obra, hice el trailer de una peli, voy a hacer...”. Pero de ahí no viene mi felicidad de estar en esta ciudad Californiana. Sí, por eso estoy aquí, para trabajar, pero no es lo que me mantiene positiva, es algo más.
Este fin de semana lo pude reconocer, un momento de plena felicidad. Pedí una pizza (¡y la pizzería nos mandó otra gratis!) y me tomé una copa de vino con amigos en mi casa. Fue de los momentos más mágicos que he tenido. Nos reímos, nos asoleamos en un calor brutal. Y en la noche, nos sentamos en el jardín en silencio total. Estuvimos así como 15 minutos, escuchando los grillos, las aves nocturnas, la sinfonía de la naturaleza y sentí que se me salía el corazón. Sentí más emoción que en cualquiera audición. Sentí dicha. El silencio nos regaló intimidad, algo que no pensé tener tan pronto, un instante de darme cuenta que no estoy sola. Y díganme, ¿hay éxito más profundo que ese?  

martes, 30 de agosto de 2011

Back to School


El regreso a clases. Esa semana de transición entre la vacación y el trabajo, la fantasía y la realidad. Hasta gente como yo, que no tiene horario “normal” siente el cambio. Todo se alenta, la gente guarda energía, dinero, hasta los cines se vacían; sólo a algún curioso se le ocurrirá ir a ver una película Hollywoodense o, sí es sabio, la mexicana recíen estrenada en donde actúo yo, “Así es la Suerte” (protagonizada por Mauricio Isaac y Poncho Herrera, ni más ni menos).
Y esta actriz, aventurera en Los Ángeles, siente el impacto de no subirse a un avión y regresar a casa como todos los demás vacacionistas. Se enfrenta a las tareas cotidianas de buscar donde vivir a largo plazo, y, claro, como pagarlo.Y me da miedo pensar que aquellos milagros también eran vacacionistas, y que ahora la realidad será más dura. Todo es posible.
Continúan las audiciones, pero todo parece ir más lento. No hay noticias novedosas de algún trabajo nuevo. Durante un momento siento la rutina. La única emoción es recibir felicitaciones de invitados anónimos que atienden la obra en la que actúo “The Dark Side of the Moon”. Se siente el silencio.
De pronto, resulta que uno de los invitados a la obra es un actor “famoso”, conocido por películas como Jurassic Park y Día de la Independencia. Esta vez el elenco sale a recibir las gracias más emocionado. Entonces, el dicho actor nos invita a escucharlo tocar jazz. Observo como nos convertimos en niños, felices de sentir reconocimiento de aquel que si lo logró.
La siguiente noche la paso escuchando música jazz de suma calidad, viendo como gente ansiosa se acerca para tomarse una foto con él, toda una celebridad. Me recuerda donde estoy, en esta ciudad donde se vuelve normal el tomarse una copa mientras la celebridad “X” te canta casi al oído, emociona sentir eso tan lejos y tan cerca. Sin embargo, encuentro que el milagro es justamente no apabullarme con su fama, si no observarlo de lejos, sonreir, y saber que estoy en el lugar indicado.

El Regreso


Cuando empiezas a vivir en una ciudad nueva, en este caso Los Ángeles, entras en un estado de despertar. Los colores brillan más, los sonidos son más claros. Todo está resaltado debido a la novedad. Poco a poco, uno empieza a acostumbrarse a vivir donde sea, y aquella novedad se vuelve normalidad. Entonces, pasa lo contrario. Cuando regresas a tu ciudad origen, aquella que ya era costumbre, vuelves a ver los colores como la primera vez.
Regresé a México por una semana. Fui específicamente a la premiere de una película que estrena hoy en la cual estoy muy orgullosa de haber actuado, “Así es la Suerte”, dirigida por Juan Carlos de Llaca, protagonizada por Mauricio Isaac, Irene Azuela y Alfonso Herrera, donde encarno a la novia del personaje de Poncho, Clara.
Tenía los días contados y cada segundo apartado para algún trabajo específico o algún ser amado que quería ver. Me moría de emoción y de pánico, sentía que justo empezaba a sentirme estable en Los Ángeles. Ir a México me iba a quitar esa paz, me iba a llenar de dolor la despedida.
Por un lado, tenía razón. Casi ni dormí en la semana que estuve allá, prefería estar despierta y aprovechar cada momento para reirmecon las bromas de mi hermano, compartir intimidades con aquel mejor amigo mientras comía quesadillas fritas de huitlacoche. Sentí un gran orgullo y al mismo tiempo, incertidumbre, al escuchar a mis amigos actores trabajando en aquella nueva película, serie, telenovela. Verlos cosechar lo que llevamos años sembrando, cuando yo en Los Ángeles apenas empiezo a sembrar.
La confusión se quiso apoderar aún más cuando me tocó caminar la alfombra roja el lunes, acompañada de actores que respeto profundamente y ver la película en la que yo actuaba. ¿Y si mejor me quedo en México?
Sin embargo, soy muy afortunada de tener amigos y familia que me aman mucho. Ni uno lo permitió, nadie dijo “quedate”. Hasta mi mamá, entre lágrimas, me empacó la maleta asegurándose de que llevara más de lo necesario. “Vete, vive” . México te esperará y no se irá a ningún lado. Piensa que tienes dos hogares, no uno. Que puedes ir y venir, trabajar y amar en ambos lugares. Ahora te toca sembrar en Los Ángeles, convertirlo en tu nuevo hogar para poder cosechar en ambos lugares. Ampliar tu jardín.

Los dos milagro


Es chistoso pensar que tu vida se ha vuelto materia de reportaje, de columna, casi de ficción. Como actriz estoy acostumbrada a analizar la vida de otro, de algun personaje externo. Pero ahora, me siento semana tras semana frente a una computadora a analizar la vida de este personaje, Valeria Maldonado, y busco como entretenerlos, conmoverlos o simplemente no aburrirlos con mis aventuras, dudas, decisiones... aquello que yo llamo “mi vida”. ¿En que momento empecé yo a vivir algo digno de contarse?
Sea como sea, mi aventura continúa en Los Angeles, donde día a día busco aquello tan cotizado hoy en día: el trabajo. Después de mi primera audición, quedé satisfecha. Sabiendo que uno hace diez mil audiciones para lograr que lo contraten en un trabajo, que el camino es largo y más en esta ciudad.
Así que entenderán mi sorpresa, cuando al par de días recibo una llamada a mi celular informándome que estaba contratada como actriz en la obra de teatro y que los ensayos empezarían inmediatamente. ¡QUE ME HABÍAN DADO EL PAPEL! Me habían dado el papel en mi primera audición... absolutamente increíble.
A seguir trabajando, y a los tres días, se aparece mi segunda audición. Una película independiente buscando quien interprerara a una mamá joven chicana de 19 años; el tipo que pertenece a una pandilla violenta y que habla con un acento de la parte ruda de la ciudad. Pedían verme a mí, que lo único que tenía en común era el ser latina y, mujer. Una voz adentro de mí decía “nunca te lo van a dar”. Así que me lancé sin presión, a jugar.
No sé como explicarles el momento en el que sonó mi teléfono con la noticia de que este papel también me lo habían dado. Estaba cruzando el patio de mi casa, bolsa en mano y tuve que soltar todo para, sin pena alguna, brincar, bailar, y gritarle GRACIAS a la luna californiana que me sonreía desde arriba. Dos audiciones, dos papeles. UN MILAGRO. Quizás por eso me animo a contarles mi historia, para ver si así me la creo yo.

Primera audición


Mi primera audición.... demósle bienvenida a la emoción y al...pánico. Claro si a eso vengo, claro, si estoy bien preparada; pero a los tiburones de mi casa los conozco, ¿y si estos son más feroces, y si estos muerden más fuerte?
Y todo es nuevo, ¿cómo te vistes? En alguna clase americana de audiciones que tomé hace años me habían enseñado que con vestido casual y tacón. Así que a seguir esas reglas, a buscar el mapa de donde es y a manejar hacia allá. Me estaciono en el centro comercial famoso del Kodak Theatre (cede de ni más ni menos que los Oscares) y empiezo lo que yo espero sea una corta caminata.... en el sol ardiente californiano... en tacones (repito)... y, a la mexicana, unos minutos tarde. Y claro, resulta que la caminata no es corta y empiezo a retrasarme más y más minutos, muy en el fondo pensando “ya es muy tarde, mejor me regreso, no tiene caso”. Esa vocecita que siempre sale cuando menos la necesitamos, y que es justo cuando se debe ignorar. Así que la ignoro, y llego. Soy la penúltima en llegar, ya todo ha empezado. Me toca la humillación de que todos me vean llegar tarde, y de ser la única entaconada, todos los demás visten short y sandalia. Se van a formar grupos de cuatro que pasarán juntos, y a mi obvio me toca en el último. La única instrucción que se nos da es “todos con curriculum y foto en mano”. Ambas cosas, que OBVIAMENTE NO TRAIGO. Sudo aún más y siento como mi cara se vuelve un foco brillante nada atractivo. Agradezco al universo ser del último grupo y pregunto si hay un lugar para imprimir fotos de actores cerca, y claro, hay uno en la misma esquina y como cuatro más en la siguiente cuadra... esta de verdad es tierra de actores.
Regreso a la audición justo cuando está por pasar mi grupo y, como dicen en las documentales de suspenso, “todo pasó tan rápido”. En unos minutos estoy fuera y no sé ni que pasó. Sé que hice lo que pude y fui lo que soy. Lo de más queda en manos del destino. Salgo y estoy sobre Sunset Boulevard, sintiendóme actriz de Los Ángeles.
Un par de días después, el destino me marca, es el teatro, son noticias sobre la audición.